En la última década las oficinas flexibles han sido las protagonistas de una transformación revolucionaria en la manera en que concebimos los espacios de trabajo. Lo que nació como espacios colaborativos para autónomos y pequeñas start-ups, hoy en día se ha convertido en estrategia inmobiliaria tanto para los grandes ocupantes como para muchos propietarios.
Hace más de diez años nacieron esos espacios colaborativos que conocíamos como “coworking”. Espacios de trabajo que presentaban soluciones a los desafíos de los freelancers y pequeñas empresas, que no podían permitirse los altos costos de implantar una oficina propia y que a la vez buscaban entornos estimulantes y dinámicos donde conectar con otra gente del mundo emprendedor.
El concepto de oficinas flexibles empezó a coger más fuerza y popularidad, atrayendo así siempre más pymes y empresas consolidadas, las cuales beneficiaban de la flexibilidad de los contratos, del amplio abanico de servicios ofrecidos, y de espacios atractivos para la contratación y retención de talento.
El impacto del trabajo híbrido en la demanda de espacios flexibles
Tras la pandemia y la adaptación de política de trabajo hibridas, las grandes corporaciones también empiezan a tener apetito hacia los espacios flexibles, que llegan a ser estrategia inmobiliaria para aquellas empresas que buscan optimizar su porfolio. Entre las principales razones encontramos la optimización de costes a través de la reducción del espacio de oficina como consecuencia del trabajo hibrido, la reducción del capex en ubicaciones no tan estratégicas, y la necesidad de flexibilidad ante incertidumbres político-económicas.
Según los resultados de las encuestas a los ocupantes de CBRE, vemos que las empresas a la hora de elegir los edificios priorizan la calidad, los servicios, la accesibilidad y la sostenibilidad. Estas tendencias, combinadas con el creciente protagonismo de inquilinos corporativos en espacios flexibles, están despertando siempre más interés entre propietarios para incluir oferta Flex en sus propios activos.
Beneficios para propietarios: una nueva forma de valorizar activos
Efectivamente, muchas son las ventajas de tener un inquilino Flex en los edificios. Entre ellas, destacamos la mitigación del riesgo gracias a la diversificación de perfiles de los ocupantes y la retención de clientes existentes. Cuanto más variada la cartera de inquilinos, menos riesgo para la propiedad. A su vez, el proprio operador Flex tendrá una combinación de clientes de diferentes tamaños y de diferentes sectores, que mitigaran aún más el riesgo dentro del mismo espacio flexible. Adicionalmente, las empresas que necesitan contratar más espacio, debido a un crecimiento o a proyectos puntuales pueden encontrar esta solución dentro del mismo edificio, en lugar de recurrir a producto de la competencia.
Otro aspecto importante es la aportación de servicios a toda la comunidad de inquilinos, ya que el operador Flex en muchas ocasiones se encarga de dinamizar toda la comunidad, operando espacios comunes, servicios F&B, eventos, etc. La aportación de tales servicios permite a los propietarios posicionar mejor sus activos, comercializando los espacios más ágilmente y con rentas más altas, ya que los ocupantes priorizan siempre mas la calidad y los servicios.
Del coworking a la estrategia inmobiliaria
Los espacios coworking que en su día nacieron como lugares colaborativos, hoy en día son la estrategia inmobiliaria para muchos ocupantes que necesitan optimizar el espacio de oficina y la cartera inmobiliaria, y para muchos propietarios que buscan una mejora en el posicionamiento de sus activos.
Esto se ve claramente reflejado en el aumento año tras año tanto del stock Flex como de los puestos contratados, no solo en ciudades como Madrid y Barcelona, sino también en ubicaciones estratégicas para la atracción del talento como Valencia y Málaga.